Apolo: Dios griego de la adivinación

En el mundo antiguo, la mayoría de las religiones eran politeistas. Es decir: cada dios tenía su cometido particular. Tanto en la cultura romana como en la griega, los dioses eran una parte fundamental y prioritaria en la vida diaria.
Los dioses estaban presentes en la vida cotidiana
Hasta tal punto tenían importancia los dioses, que no se realizaba ninguna acción sin elevar ofrendas a los dioses para que los resultados fuesen favorables. Así, se hacían ofrendas para tener un buen parto, para aplacar la ira de los mares, para que la cosecha no se perdiera o para tener una larga vida.
Los dioses y semidioses formaban parte de la vida rutinaria y estaban integrados como parte fundamental de la sociedad de la época tanto en Roma como en Atenas.
En Grecia había dioses y semidioses de mayor o menor importancia
Uno de los dioses considerados mayores era el dios Apolo que entre otros cometidos, tenía asignado el poder de la adivinación. Tal era la importancia de este dios que los guerreros y soldados no daban un paso ni acometían ninguna batalla si los augurios no eran favorables.
Apolo mostraba su voluntad a los mortales en forma de augurios y señales. Es decir: signos e indicios favorables o desfavorables que indicaban si el dios estaba a favor o en contra. Si los augurios eran favorables, se podía seguir adelante ya que el éxito estaba asegurado. En caso contrario, lo mejor era esperar otra ocasión más propicia.
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